¡HOLA OSCURIDAD!

Hola oscuridad, mi vieja amiga, he venido a hablar contigo otra vez porque una visión trepando suavemente, dejó su semilla mientras estaba durmiendo. Y la visión que fue plantada en mi cerebro aún permanece junto al sonido del silencio, del silencio en agitados sueños. Caminé solo por estrechas calles de empedrado, bajo el brillo de los faroles. Me subí el cuello por el frío y la humedad cuando mis ojos fueron apuñalados por el flash de una luz de neón. Partió la noche y acarició el sonido, del sonido y en la luz desnuda yo vi, diez mil personas, quizá más, gente conversando sin hablar, gente oyendo sin escuchar, gente escribiendo canciones que las voces nunca compartirían y nadie se atrevía a perturbar el sonido, del silencio. Tontos, les dije, ustedes no saben, el silencio crece como un cáncer, escuchen mis palabras y podrán aprender, tomen mis brazos entonces les podré rescatar, pero mis palabra como silenciosas gotas de lluvia, cayeron y resonaron en los pozos del silencio. Y la gete se arrodilló y rezó al Dios Neón que habían creado y una señal encendió su advertencia en palabras formadas de ese Neón, y la señal decia: las palabras de los profetas están escritas en las paredes de metro y en los edificios y susurradas en los sonidos del silencio.