el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Le dice el poeta al caminante, pero el caminante sigue adelante y debe de volver la vista atrás porque el camino por el que transitó lleno de obstáculos y recuerdos es la senda de su vida, porque ¿qué somos sino recuerdos? Y volvemos a recordar porque a fin de cuentas recordar es vivir dos veces, y todo lo que dejamos atrás ¿Es posible olvidar lo que se deja atrás? No, claro que no, cuando nos notamos desfallecer, cuando nos hundimos en nuestros propios fangos, cuando no vemos la luz al final del largo túnel, cuando creemos que todo está perdido, cuando el camino se hace insoportable y duro, cuando la añoranza nos oprime el corazón y sentimos la angustia y la necesidad de alguien, cuando necesitamos un hombro sobre el cual llorar nuestras lágrimas de amargura, aún nos queda mirar atrás y esperar que en ese camino transcurrido hayamos quedado una mano amiga, alguien que siempre nos espera, alguien con el que siempre podamos contar, y entonces volver, deshacer el camino andado y decir por fin he vuelto, vuelvo a la isla de tu corazón para que me orientes y me guíes nuevamente por el sendero de la luz, porque no se puede llegar al alba sino es atravesando el oscuro sendero de la noche, pero no lo atravesarás solo, él estará allí, a tu lado. Por eso caminante te digo, si hay camino y sabes ¿Por qué?, porque Él caminó sobre la mar.
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