"Y aquí se escuchaba el fragor de naciones ansiosas, en forma de lástima susurrada o clamorosos aplausos, a medida que un hombre era masacrado por otro hombre. ¿Y masacrado por qué? Por qué sino por qué ésas eran las geniales y sangrientas leyes del Circo. Y la voluntad imperial. ¿Por qué no? ¿Qué importa dónde caemos para llenar las mandíbulas de los gusanos, en campos de batalla o en grandes monumentos? Ambos sólo son teatros donde los actores principales se pudren".
No hay comentarios:
Publicar un comentario