Aquel día parecía una aurora continua. La naturaleza estaba de fiesta y manifestaba su alegría. Los parterres de Saint Cloud embalsamaban el aire; el soplo del Sena movía suavemente las hojas; las ramas gesticulaban en el viento; las abejas saqueaban los jazmines; una nube de mariposas se posaba en las hojas de los tréboles y las avenas; el augusto parque del rey de Francia estaba ocupado por un ejército de vagabundos, por los pájaros.
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