de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase un arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga << levántate y anda>>!
(Becquer)
No hay comentarios:
Publicar un comentario